The normal abnormal

In the summer of 2020, after months of lockdown in numerous countries around the world, we began to hear our governments talk about “the new normal”. Shops and restaurants began to reopen, albeit with restrictions. Cautiously, people started to travel again. The idea of “going on holiday” ceased to be just a fond memory. We all donned masks, bumped shoulders instead of embracing. The new normal didn’t seem that bad.

Then came the second wave, new variants and the new normal was at least partly jettisoned for the old abnormal. Still, 2021 surely promised better…

In just the first ten days we’ve seen a man dressed as a buffalo invade the seat of America’s democracy (and then, once arrested, demand to be served organic food in prison) while here in Madrid we’ve had people skiing down Gran Via (the city’s Oxford Street) and a man on a dog sled pulled by a team of huskies. The new abnormal? The normal abnormal normal?

Right now, if it turned out that David Icke was indeed right and Queen Elizabeth II was in fact a nine-foot tall shape-shifting cannibal lizard, or that Zombie Apocalypse turned out to be a prescient documentary as opposed to a bad 2011 B-movie, I would probably shrug and say “Oh… OK”.

The word “normal” seems to be one of those terms that is virtually common to all European languages. It is identical in English, Spanish, German, Portuguese, Danish, Swedish, Norwegian, Hungarian, and even Turkish, with only minor variations in Italian (normale) and Dutch (normaal) and easily recognisable in most other languages (e.g. Polish – normalna). Even Finnish and Basque, two languages in which common words frequently appear very differently, have kept “normal” pretty normal (normaalia and normale respectively).

In terms of the most normal meaning of “normal” (defined in the OED as “Conforming to a standard; usual, typical”), it is curious to note that this only dates back about 200 years to the early 19th century. Prior to this it meant “standing at a right angle” (the origin of the word can be found in classical Latin – norma, a carpenter’s square). In other words, if you could travel back in time and ask a 16th century fletcher for “a dozen normal arrows”, he would have looked at you as if you were, well, abnormal.

And so we come back to “abnormal”. The American writer and neuroscientist Sam Harris ended his most recent podcast by saying that as 2021 had begun so far from normal (and he hadn’t seen the skiers and sled drivers in Madrid), the best thing to do is to reset, start the year again. I make him right, let’s reboot, get things back on track, back to normal.

Even though its 14 January, I’d still like to wish you all a Happy New Year!

 

El anormal normal

En el verano de 2020, después de meses de confinamiento en muchos países alrededor del mundo, empezamos a escuchar a nuestros gobiernos hablar de la “nueva normalidad”. Las tiendas y los restaurantes reabrieron, eso sí, con restricciones. La gente volvió a viajar con cierta cautela. La idea de “ir de vacaciones” dejó de ser un  bonito recuerdo . Nos poníamos las mascarillas, dábamos codo con codo en lugar de abrazarnos. El nuevo normal no parecía tan mal.

Entonces vinieron la segunda ola, las nuevas variantes y el nuevo normal fue abandonado, por lo menos en parte, a favor del viejo anormal. Menos mal que 2021 iba a prometer mejores noticias…

En tan solo los primeros diez días de enero hemos visto un hombre vestido de búfalo invadir la sede de la democracia estadounidense (para después, una vez en custodia, exigir que le sirviesen comida orgánica en la cárcel) mientras que aquí en Madrid hemos visto a uno esquiando por la Gran Via y a otro en trineo con un grupo de huskies. ¿Qué es esto, el nuevo anormal? ¿El normal anormal normal?

Hoy en día, si resultara que el ex-presentador de televisión británico convertido en conspiracionista David Icke tuviera toda la razón cuando alegó que la Reina Isabel II de Inglaterra fue en realidad un lagarto de nueve metros de altura que comía carne, capaz de cambiar su forma física cuando le daba la gana, o que Apocalipsis de Zombies no fue una película de terror mala y barata de 2011 sino un documental presiento, probablemente me encogiera de hombros y diría “Oh… pues vale”.

La palabra “normal” parece ser uno de éstos vocablos que todos los idiomas europeos tienen en común. Es idéntica en español, inglés, alemán, portugués, danés, sueco, noruego, húngaro y hasta en turco, con sólo pequeñas variaciones en italiano (normale) y holandés (normaal) y fácilmente reconocible en los demás idiomas del occidente (p.ej. normalna en polaco). Incluso euskera y finlandés, dos idiomas en los que las palabras habituales a menudo aparecen muy distintas, mantienen “normal” más o menos normal (normale y normaalia respectivamente).

Sin embargo, si consideramos el significado más normal de la palabra “normal” (que el RAE define come “Que se halla en su estado natural (…) Habitual u ordinario”), es curioso notar que sólo se remonta unos 200 años a comienzos del siglo XIX. Antes significaba “colocado en ángulo recto” (la palabra viene del Latín clásico – norma, la escuadra de carpintero). Es decir, si pudieras viajar en el tiempo para pedir que un flechero del siglo XVI te hiciera “una docena de flechas normales”, te hubiera visto como a alguien… ¿cómo decirlo?… pues anormal.

Y así volvemos a lo del “anormal”. El escritor y neurocientífico estadounidense Sam Harris concluyó su último podcast diciendo que como 2021 había empezado tan lejos de la normalidad (y él no había visto los esquiadores y mushers de Madrid), lo mejor sería resetear, empezar el año de nuevo. Creo que tiene razón, reiniciemos el equipo, recuperemos el rumbo, recuperemos todo lo normal.

Así que, aunque ya es 14 de enero, todavía quiero desearos todos ¡Feliz Año Nuevo!

1 thought on “Normal

  1. Lo normal, fuerte empujón para la ley, ya que ser normal equivale a estar dentro de una mayoría, de cierta forma. Es un pensamiento tan hondo en tanto que su opuesto entre las personas son los abnormales y los que no quieren ser normales. Con pedir ‘comida orgánica’ se define su propia normalidad y si parece abnormal, pues deberías probarlo un poco o un poco más, porque es de buen gusto, para nada abnormal. Resulta que la normalidad se convierte rápidamente en herramienta para imponer las normas; por ejemplo, en nuestros días en las escuelas de re-educación en la provincia de Xinjiang en China dirigida hacia los Uigures, hace un cierto tiempo en campos algo peores en Europa, todo al final en nombre de una supuesta normalización. En fin, me parece una palabra peligrosísima cuando se aplique a personas porque a menudo el propósito es el de controlar a los que no están siguiendo una línea. Quizá por eso los distintos idiomas (y si parece que haya muchos) en los que esa intrusión lingüística (normal) hizo entrada en el siglo XIX tienen sus formas un tanto más sensibles para decir normal con respecto a personas: la vida cotidiana, ese ánimo habitual, lo esperado (p. ej. una traducción literal de her zamanki gibi, una expresión en el lenguaje Turco que equivale a como siempre en espanol, es cada mismo/tiempo como). Aun si estuvieron hablando de quimeras de sangre fría, los cuales por supuesto no son normales, la norma y lo normal se entienden bien en nuestra sociedad desde la imposición de tantos estándares (y estaba justo iniciándose en el siglo XIX), es decir los ISO, los EN, y muchos otros que definen tantos aspectos de nuestra normalidad, cada una con sus propias formas de medir sus margenes de tolerancia.

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